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10 de noviembre de 2016

LA AGRICULTURA COLOMBIANA DEL SIGLO XX Y SU INCIDENCIA EN LA ECONOMÍA CAFETERA

LA HISTORIA DE LA AGRICULTURA COLOMBIANA DEL SIGLO XX Y SU INCIDENCIA EN LA ECONOMÍA CAFETERA

 

Durante casi toda la historia económica de la economía colombiana en el siglo XX, la producción principal de exportación se caracterizó por ser mono-exportadora, a pesar que se producen otros productos agrícolas que se exportan, tan sólo la economía cafetera abarcaba casi  el  85% de la producción de las exportaciones, todo gracias que entre el final de la Guerra Civil de los Mil Días y el final de la Segunda Guerra Mundial, Colombia manifestó un período de importancia para la actividad agrícola del café, un período de abundancia conocido como la "Bonanza Cafetera", y  que se ha logrado gracias a que en 1927, con la creación de la Federación Nacional de Cafeteros ha tecnificado y fomentado los cultivos mediante la selección de calidades. Asimismo, ha regulado las exportaciones y defendido los precios en los mercados extranjeros. El comportamiento macroeconómico en la primera mitad de los años cincuenta se vio beneficiado por los elevados precios del café, que favoreció la disponibilidad de recursos y, por tanto, el financiamiento de sectores como la industrial, que apenas logró permitir la tecnificación de las técnicas agropecuarias para el café y demás productos, así como el desarrollo de la industria, como uno de los competidores de las actividades agropecuarias. El posterior colapso de los precios del café y la consiguiente ausencia de recursos para financiar el desarrollo industrial, llevaron a que a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta se reforzaran medidas proteccionistas como las que habían sido adoptadas años atrás. Sin embargo, la escasa diversificación de la base exportadora y la amplia evidencia de la excesiva dependencia del café para acceder a divisas, planteó la necesidad de iniciar un proceso de promoción de exportaciones. Así, en esta ocasión el proteccionismo implantado estuvo acompañado por unas medidas encaminadas a promover las exportaciones de productos no tradicionales.


La evolución económica colombiana a lo largo del siglo XX se caracterizó inicialmente como una economía proteccionista, que inició con la segunda república conservadora (1945-1953), hasta la reforma constitucional que dio paso hasta la apertura económica en 1991, una época en la cual se sintió el papel de la intervención del estado en los asuntos del desarrollo económico para la protección de productos que hicieron que Colombia fuera autosustentable, dichas ideas, provenientes de la república liberal de los años 30's, y apropiadas por sus opositores políticos, sumados a los intentos de reforma al sistema agrario colombiano (Ley 200 de 1936)[1] trató de crear una visión de formar una sociedad rural compuesta de pequeños y medianos productores, que facilitaran el impulso del desarrollo e hicieran posible integrar la agricultura con la industria bajo condiciones de reciprocidad. Pero estos ensayos tuvieron impactos muy parciales y dejaron incólumes los problemas estructurales de la agricultura, porque se centraron más en la tenencia de la tierra y menos en la creación y utilización de otros instrumentos para un desarrollo rural integral. Las teorías eran claras, pero su aplicación en un sistema institucional descoordinado, sin estrategias definidas de largo plazo y sin liderazgo, echaron por la borda los conceptos y los paradigmas. Es por eso que,

"(...) la Ley 200 de 1936, destinada a solucionar los conflictos agrarios de la época, que venían de tiempo atrás y cobraban particular vigencia en Cundinamarca y en el Tolima, en casos como los de la hacienda Tolima y la hacienda El Chocho, en donde los invasores reclamaban como baldíos las tierras que ocupaban por la fuerza, mientras que los propietarios invocaban sus títulos de notaría que los acreditaban como dueños."[2]

Esta ley, en parte manejó ciertas políticas en las cuales, se buscó para las décadas de los años 40's y 50's un mejor acceso a la tierra, algo que ha atrofiado a la economía colombiana durante décadas, puesto que ha sido entre una de las debilidades que mostraba el modelo proteccionista al no permitir que con el acceso de la Tierra de manera equitativa se pudiera consolidar de manera más eficaz la producción de otros productos agrícolas, quedando limitada por la producción nacional del café y pequeñas parcelas de subsistencia. Aun así, no sería la solución eficaz de la economía cafetera, que sería frenada en 1957. Asimismo, la inestabilidad política de finales de los años cuarenta con la época de La Violencia entre (1948 a 1953) sumado a la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla (1954-1957) y el frente nacional (1958-1970) ocasionó el surgimiento de entes revolucionarios en formas de movimientos guerrilleros, que tomaron las armas para proteger los intereses del campo colombiano. Uno de los elementos fundamentales del modelo económico proteccionista en Colombia que fue aplicado al sector agropecuario, fue con la creación del "crédito de fomento",[3] algo que apenas fue aplicado con mucha dificultad, al estar destinado al sector productor y propietarios de la tierra, al menos fueron pocos los beneficiados, ya que existía una desconfianza de las entidades bancarias al menos, con los sectores más pobres, sin embargo, este crédito se desplazó no sólo a la economía cafetera, sino a otros sectores productivos, que se vieron forzados al racionamiento de este mismo, encareciendo el inicio del endeudamiento del campo. Las bases del desarrollo del modelo económico proteccionista, inicia con la administración de Mariano Ospina Perez en 1946,culminando con el derrocamiento del gobierno del Gustavo Rojas Pinilla hacia 1957, basado en una reforma a la economía de los años 30's; con Ospina, se incrementaron los aranceles en las importaciones, tanto de bienes industriales como agrícolas, continuado bajo la administración de Laureano Gómez (1950-1953), que estableció para la economía elementos significativos de la economía franquista.(KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique, Op. Cit. 2006 Pág. 145).

Con el control por parte del gobierno de los diferentes sectores de la economía, se caracterizó como herramienta fundamental, obligando a las empresas, ellas mismas protegidas, adquirir los productos a los proveedores nacionales. Con el Decreto 206 del 4 de febrero de 1949, y contemplado con la Ley 90 de diciembre de 1948, un plan económico que priorizaba el control de las materias primas antes que la Oficina de Control de Cambios las importara, precisamente, esto conlleva a la implementación de gravámenes en el sector agrícola, con el fin de obtener impuestos en las importaciones y que esta se sustentara en la producción. Apenas esta protección inicial de la producción solo benefició a unos pocos, que fueron seleccionados al adjudicarles un subsidio especial,  que implicaba el exceso del precio interno sobre el precio internacional del producto que se exportaba o importaba, con un arancel aproximado del 40%. Esto hacía que las exportaciones fuesen mínimas y sustentaran la producción interna, a pesar de ello, logró que la economía subterránea del contrabando prosperara. De ahí que más adelante daría salto a la aparición de los llamados Sanandresitos".

Una de las bases fundamentales para el desarrollo del "crédito de fomento" está sentada en las reformas realizadas a las funciones del Banco de la República, política definida a partir de 1951.[4] Esta fue una política en la cual fue dirigida no solo a proyectos rentables reales y seguros, sino a aquellas personas que manejaban relaciones políticas con el gobierno, o con algún funcionario que estableciera una actividad beneficiosa para el país, frenada a partir de las políticas monetarias dirigidas hacia el sector privado y en ocasiones al sector público por medio del llamado "encaje"; al encarecer el crédito a los sectores no beneficiados por los subsidios. Al ser muy costoso y caro según las empresas pequeñas y medianas, consideraban que dicho crédito era racionado y limitado, ya que los bancos no tenían con frecuencia a recurrir a dicha oferta de recursos, por lo tanto, esto impidió el desarrollo agropecuario, que empezó a disminuir, ya que la producción de productos agrícolas fomentaba dificultades para generar una producción estable y rentable, producto de la desconfianza de parte de las entidades bancarias hacia el sector agrario, por lo que terminó beneficiando al sector productivo de la industria, y permitiendo el incremento de la migración poblacional a las ciudades por la búsqueda de un mejor futuro en el trabajo del sector industrial que empezaba de manera parcial y gradual a florecer.

Sin embargo, no toda la actividad agrícola estaba desviándose hacia el sector industrial, puesto que la economía de mediados de los años 50's fue estabilizada no sólo por el desarrollo de la industria, sino a los excelentes resultados de la economía del café, siendo la base de una economía en desarrollo, que impulsó el desarrollo de las vías de comunicación y transporte, el fortalecimiento de la infraestructura eléctrica y de aguas, siendo el resultado del incremento notable de la división del trabajo, la especialización de diferentes actividades sectoriales y regionales, incluyéndose la actividad empresarial agrícola, gracias a la formación profesional en agronomía y veterinaria, como lo ocurrido en los arriendos de tierras fértiles en las tierras de Huila y Tolima. En Colombia, las reformas condicionadas de la Ley 200 de 1936 no fueron suficientes o poco efectivas, puesto que el mercado de tierras nunca ha funcionado de manera eficiente, por lo que las reformas en las políticas agropecuarias continuaron con sus propias deficiencias. Esto perjudicó enormemente a los diferentes sectores de la economía, tanto, que se volvió como un ciclo vicioso, como un efecto mariposa. Por eso, la mala distribución de las tierras (KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. Pág. 155) ocasionó que las dificultades que mantuvo el acceso al crédito de fomento para el desarrollo de la producción agraria. Es decir que,

"Si el mercado de crédito o capital funciona adecuadamente, todos los insumos se pueden adquirir mientras su adquisición sea rentable" (2006, Ibídem, Pág.155).

Lo anterior, se planteó que el mercado de crédito perfecto haría que los fondos prestables fueran disponibles para todo aquel que lo utilizase para invertir en el desarrollo de la producción agropecuaria colombiana, pero, la falta de capital puede llevar a que el trabajo y la tierra fluyera de quienes no podría acceder a dicho capital de aquellos que si lo poseen, es decir, las figuras del poder económico bancario. Eso causa que el mal funcionamiento del mercado de crédito para la agricultura impidiese que dicho recurso llegase adecuadamente a las actividades del campo. Por eso mismo, se crea la Ley 90 de 1948,[5] por medio del cual, se obligaría a los bancos a invertir un 5% de sus depósitos a la vista en bonos de la Caja de Crédito Agrario. [6] El giro definitivo que puso sin duda alguna, fue el aportado por el Decreto 756 de 1951,[7] el cual, dispara el fortalecimiento del crédito, facultando al Banco de la República fijaría parte del cupo ordinario y extraordinario para el descuento de operaciones consideradas para el fomento, permitiendo ampliar la cobertura del crédito como medida para que los bancos comerciales lograsen realizar redescuento del banco central, pero hacia 1957 se ejecutaría de manera más específica para el sector agropecuario, con el Decreto 2482 de 1952,y la Ley 26 de 1959, reglamentando la participación de la actividad agropecuaria en el crédito de fomento. Lo anterior, suscita que con dicha participación, la ley obligaría a las entidades financieras a aportar un 15% de sus depósitos a la vista para el sector agropecuario, y por ende, surgirían las entidades financieras bancarias tales como, el banco Central Hipotecario, el Banco Ganadero, el banco Bananero del Magdalena, y el Banco Cafetero. Entre 1950 a 1962, ya gran parte de estos préstamos serían vigentes del sector financiero como una concentración de la actividad agropecuaria, como la consolidación de la Caja Agraria, que para los años 60’s se convirtió no sólo la entidad por excelencia en las actividades del campo, sino una que proyectaba la difusión del crédito destinado para la adquisición de la tecnología para el campo colombiano. Por su parte, respecto a la actividad del Café, esto benefició al mejor desempeño de la Federación nacional de Cafeteros, que, a pesar de su paulatina pausa en los 60’s, en los 70’s y 80’s volvería a consolidarse como el principal producto resultante de este beneficio para los caficultores colombianos.

Para el caso específico del Café, hacia 1966, se crearía el Fondo Financiero Agrario, o FFA, que buscaría ser un mejor mecanismo que la Ley 26, puesto que buscaba proteger los intereses de la producción cafetera. Aunque, a principios de los años 70’s, el Banco de la República se vería beneficiada de recuperar su función prestamista y principal autoridad monetaria, esto a su vez movió el mercado interno de capitales. Con la inclusión del papel de la ganadería, la FFA pasó a convertirse en el Fondo Financiero Agropecuario, o FFAP, que hacia 1972, necesitaba un impulso de las actividades ganaderas, que empezaban a destacarse dentro de las actividades agropecuarias por excelencia del agro colombiano. La producción de cultivos semestrales, representaban para las actividades financieras del campo, un 50% de los créditos totales, permitiendo sobresalir los cultivos del arroz, el algodón, el sorgo y la soya, y un 24% de las actividades pecuarias.[8] El modelo de reforma agraria redistributivo aplicado en Colombia desde los años sesenta es un modelo excesivamente obsoleto para los estándares de la cuestión agraria y la tenencia de la tierra; así como la ley 200 de 1936 fue una solución que terminó siendo una solución de los conflictos agrarios de los años 30's y 40's, en la clarificación de los derechos de propiedad y en la apertura de vías de acceso a la propiedad rural por distintos actores económicos y sociales, por lo que las leyes 135 de 1961[9] y la Primera de 1968 tuvieron una marcada acción reformista en el afán de redistribuir tierras se compraron más de 700.000 hectáreas en la vigencia de estas dos normas pero fueron frenadas por las leyes Cuarta de 1973 y Sexta de 1975. En la vigencia de estas dos leyes que frenaron el impulso redistribucionista solo se compraron 121.000 hectáreas, de acuerdo con las estadísticas del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA). En la década de los 60 el presidente Carlos Lleras quiso hacer la reforma agraria. En 1973, los terratenientes la frenaron con el Pacto de Chicoral donde nació la ley Cuarta.[10]  Con las políticas proteccionistas de los años 50 y 60’s, el gobierno nacional, para concentrar la economía productiva del sector agropecuario, decide crear para productos específicos, la protección de los productos en el mercado interno, con la creación del IDEMA, o Instituto de Mercadeo Agropecuario, como un sistema de mercado agropecuario dedicado para el sustento de las actividades agropecuarias, ya que fue uno de los organismos creados con el fin de proteger los intereses de la economía sustentable en torno a los productos agropecuarios. Creado originalmente en 1944 como INA, nace por medio de la ley 5 y aprobada por el congreso un organismo que apoya la agricultura y aumenta la producción nacional regulando los precios de los productos del campo en beneficio de todos, con el nombre de Instituto Nacional de Abastecimiento INA, organismo autónomo de carácter privado pero con un criterio de juicio público, que, mediante el Decreto 096 se modifica este nombre y pasa a llamarse Corporación de Defensa de los Productos Agrícolas, pues que en ese entonces solo se limitaba a garantizar los precios mínimos para el arroz, maíz, trigo, papa y frijol; y que para el año 1958 por medio del decreto 040 este organismo retoma el nombre inicial INA, pero ya con autonomía, personería jurídica y estatutos propios. Ya en el año 1968 pasa a llamarse Instituto de Mercadeo Agropecuario IDEMA, convirtiéndose en empresa pública. En 1976 deja de ser empresa pública para convertirse en empresa industrial y comercial del Estado, con la finalidad de regular el mercado de los productos agropecuarios mediante la venta, compra, almacenamiento, exportaciones e importaciones y evitar la especulación, siendo extinto en 1996.

De lo anterior, a lo largo de los años 60 a los 90's, el desarrollo de la producción de productos agropecuarios se abría paso hacia un nivel microeconómico, el desenvolvimiento de los diferentes niveles productivos, los tipos de cultivos y actividades pecuarias del marco general del desarrollo de las diferentes políticas agrarias, ya preestablecidas, dando paso del auge a la decadencia de los productos básicos y tradicionales como fue el caso de producción cafetera y los cereales, y el surgimiento de nuevos sectores más dinámicos que los demás, como fue el resurgimiento de la producción bananera, la entrada al mercado de la producción de la palma africana, y la consolidación desde los años 70's, de un producto que nunca fue tradicional en el país, como lo fue el sector de las flores, que se desarrolló en la Sabana de Bogotá; hacia los años 80's vemos el progreso y avance de la producción avícola, que ha sido paulatinamente un éxito en las regiones del Caribe y Santander. Conforme avanza el sector de la industria agropecuaria, la tecnificación jugaba un importante paso significativo en el desarrollo de las nuevas actividades agrarias, pero, que hacia los años 80's empieza a frenarse de manera sustancial, cuando el sector privado empieza a competir en un sistema más gremial.  Por lo tanto, conllevaría de manera rápida a agotar el nuevo esquema diseñado en la ley 160 de 1994 que buscaba, sin decirlo, abrirle paso al funcionamiento del mercado de tierras. La forma como ha operado hasta hace poco el subsidio del 70% a la compra de tierras, en un esquema de negociación voluntaria entre propietarios y campesinos, ha desprestigiado nuevamente la labor del Estado en su tímido intento por facilitar el acceso a la propiedad rural. El fracaso también está relacionado con el hecho de que no hubo decisiones políticas para modificar los factores de poder al interior de la estructura agraria, y para facilitar y promover el ascenso social y político de los pobladores rurales, dentro de una democracia participativa, y con la apertura de alternativas de empleo e ingreso rurales que garantizaran un aumento en el bienestar y desestimularan flujos migratorios no generados en un desarrollo industrial.

Con el extraordinario crecimiento económico de la economía agraria entre 1950 a 1980 y su posterior desaceleración de la economía, el impacto ocasionado por la apertura económica de los 90’s y el Tratado de Libre Comercio con los EEUU, ha sido el común denominador del balance sustancial que ha hecho característico la transformación del sector agropecuario colombiano, con la puesta en marcha de políticas de oferta selectiva del proceso de la importancia del capital captado a lo largo de este período de tiempo, con el énfasis hacia el desarrollo sectorial de la producción incentivada inicialmente por los subsidios y planes de financiamiento que han mantenido el flujo de dicho capital. La Agricultura se ha ido mecanizando como una expansión en la producción de los diferentes cultivos, así como con los temporales, cereales, oleaginosas, de corta maduración, se basaron en la producción intensa del factor capital. Con el aumento de la participación de los productos agrícolas diferentes a la producción de cereales y el Café, que para 1950 representaban el 23,3%, para los años 70’s representaban un incremento, llegando a representar el 27%, siendo reemplazados con el auge de la producción del Banano, la llegada de la actividad agroindustrial de las flores, y el impulso significativo de la industria del Petróleo y el Carbón, impulsaron a la baja el porcentaje que representaba durante mucho tiempo que el Café pasase a ser relegado entre los principales productos de exportación, ya en la década de los años 90’s, con la apertura económica, se harían visibles otros cambios importantes, como el grado de importancia que representará el incremento de las exportaciones de la caña e azúcar, que empieza a competir directamente con el banano, fuera de los productos no relacionados al café, que para el año 2000, la Caña de Azúcar representó el 8,22% de la producción, seguido del banano con el 1,71%, y el mercado de las flores con el 4,98%, y para un total de un 53,86% para toda la agricultura que no dependía de la producción cafetera, ya que apenas el sector cafetero reportó una baja que estuvo representado a principios de la década de los 90’s un 11,98% a un 8,14% para el año 2000, incluso, compitiendo con el sector pecuario, que llegó al alza para el año 2000 el 38%, de los cuales un22,98% para los bovinos, 1,63% para los porcinos y un 13,39% de los Avícolas, reemplazando significativamente, el papel del café como un producto mono-exportador, algo que incluso se notaría con la aparición de la competencia asiática de la producción de café, proveniente de Vietnam, que pasó para dicho momento a ocupar el segundo lugar en producción, y que hasta hoy en día, el café nos relegó a un 5° puesto en la producción mundial.

Por otro lado, la producción de flores se convirtió entre los nuevos productos por excelencia en el mercado internacional para Colombia, al no ser un producto tradicional, tuvo su auge como agroindustria finales de en la década de los años 60’s, justamente en 1968, cuando este naciente sector agrario se potencializó cuando Estados Unidos empezó a acaparar el 75% de la adquisición del producto colombiano; Si bien es cierto que el café se repotenció hacia la década de los años 70’s y ochentas, mucho antes, en la década de los años 50’s, los cafetales que produjeron la bonanza cafetera ya tenían por lo menos más de quince años de producir el porcentaje que gozó durante la bonanza cafetera, pero el mismo envejecimiento de los cafetales provocaría ese descenso significativo hacia los 70’s en la producción de sacos, así como la violencia política y problemas sociales del agro en los ochentas significó que el desplome de la década perdida y los años 90’s incidiera en los problemas del campo, que afectaría notablemente la posesión de tierras que alguna vez mostraba en abundancia la producción del café, y que alguna vez nos dio el segundo lugar de la producción mundial detrás de Brasil.

Aun así, las dificultades en la infraestructura vial colombiano ha incidido en el claro desarrollo de la economía agropecuaria, puesto que aún se ha percibido los atrasos de la construcción de importantes vías de desarrollo, y las diferentes caídas en los precios internacionales de los productos de exportación, han dado un duro revés y golpe a la demanda para la producción de productos agrícolas. Otro producto importante desarrollado en la década de los años 70’s, ha sido la palma africana, exclusivamente que la agroindustria de este producto se concentró en la producción de aceites derivados de este producto, y gracias al Instituto de Fomento Algodonero, permitió apropiarse el desarrollo genético, y productivo de la palma, de manera que se lograra incrementar la producción de las propiedades industriales de la palma, que logró consolidar a mediados de los 80’s.


El Banano, quizás es uno de los productos tradicionales que ha ido de la mano con el café. Si bien es un producto destacado desde los años 20’s y 30’s, gracias a la polémica desatada por la United Fruit Company (hoy denominada Chiquita Brands) a causa de la “masacre de las bananeras”, fue gracias a que esta compañía multinacional estadounidense que el golfo de Urabá lograra consolidar dicha región para la actividad de este fruto, de mucha demanda en el mercado mundial. Hacia 1955, tan solo las compañías nacionales y locales de la región exportaban el 58% de la producción bananera, sin embargo, esto no fue un momento alentador, puesto que en los años 50’s el banano vivía un tiempo a la baja frente a lo que proyectaba la United Fruit Company, puesto que ya no estaba presente para la época, que provocó que el auge de los 30’s acabara en unos pocos, dejando en un olvido parcial a la producción bananera; Sin embargo, hacia los años 60’s, la región reactivaría la producción bananera, que, para 1966, recogiendo la producción del banano que provenía de Urabá representaba el 74,3% de las exportaciones totales, y Santa Marta el resto. Sin embargo, la situación del orden público causado en los 80’s por la violencia política, el narcotráfico dominaría dicha región del Urabá que afectó y redujo a un 70% significativo de la producción bananera. Además, gracias a la producción bananera, Colombia se consolidaría como el tercer productor mundial de banano.

Con respecto a la caña de azúcar, las grandes haciendas latifundistas del siglo XIX lograron sobreponerse para el siglo XIX, ya que para la década de los años 30’s, el surgimiento de la industria agraria del azúcar, significó la aparición de las compañías azucareras del Valle del Cauca, como Manuelita, Providencia y Riopaila. Cerca del 80% del Valle del Cauca, hoy por hoy, representa la producción de la Caña de Azúcar.

Por último, el Algodón a significado quizá el producto que se ha convertido en uno de los mayores fracasos de la producción agro-industrial para Colombia, puesto que su producción fue momentánea, al representar una de las principales materias de la industria textil colombiana, tan sólo hasta los años 40’s significaba que los textiles eran de los pocos que han sido exportados. Aún con la creación del Instituto de Fomento Algodonero en 1947, se trató de impulsar dicha industria, al tratar de impulsar semillas de alta calidad, pero las dificultades de la producción anual y la incertidumbre del empresario por aceptar la compra del producto, fue lo que rápidamente desbancó el intento por producir a nivel regional en la región caribe una importante industria del algodón. En cuanto a la producción del Arroz, gracias al cultivo en la región del Tolima y el Huila, a mediados del siglo XX se consolidó una fuerte demanda de la producción todo debido a la idónea región fértil.


Finalmente, el desarrollo del conflicto armado colombiano y el narcotráfico se ha vuelto un pedante y un incipiente obstáculo para el desarrollo colombiano, todo producto sobre el problema que ha representado el problema de la tierra en Colombia, que en gran parte, al ser mal distribuido, sigue en manos de élites con poder económico y con mano criminal que han logrado disminuir a la sociedad agraria obligando a cambiar los cultivos de exportación tradicional por la producción de plantaciones de cultivos ilícitos, y la población que ha recurrido a abandonar el campo a causa del desplazamiento forzado en las diferentes regiones claves de la economía agraria del país.

El fracaso también está relacionado con el hecho de que no hubo decisiones políticas para modificar los factores de poder al interior de la estructura agraria, y para facilitar y promover el ascenso social y político de los pobladores rurales, vía su incorporación a la modernización y la modernidad, dentro de una democracia participativa, y con la apertura de alternativas de empleo e ingreso rurales que garantizaran un aumento en el bienestar y desestimularan flujos migratorios no generados en un desarrollo industrial. Colombia se urbanizó antes que solucionar su problema agrario y dejó un sector rural propicio a los conflictos, con una agricultura de baja competitividad. Hoy, la reforma agraria cobra actualidad en Colombia porque ella no se ha hecho. Pero debe diseñarse bajo otros parámetros, con otra institucionalidad y dentro de una verdadera estrategia de cambio y transformación.



Esa reforma requiere que el Estado deje el monopolio y control absoluto de todas las operaciones y actividades que ello implica; avanzar en una verdadera descentralización, concentrar las acciones por áreas geográficas para hacer eficiente el uso de escasos recursos, desburocratizar los aparatos del Estado y aplicarles mecanismos de rendición de cuentas, disminuir los costos de transacción en operaciones con pequeños productores, fortalecer el derecho de propiedad y adecuar los mecanismos de apoyo para el desarrollo de la agricultura y para hacerla una actividad rentable y segura. Seguir intentando una reforma agraria con modificaciones de organigramas en aparatos del Estado que han perdido credibilidad y confianza, y sin modificar los esquemas tradicionales donde los buscadores de rentas siempre están presentes, es seguir engañándose y repetir los fracasos de este siglo.

BIBLIOGRAFÍA E INFOGRAFÍA:

·      KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. (2006) La agricultura Colombiana del siglo XX. Editorial Fondo de Cultura Económica, Bogotá.
·      DECRETO 756 de 1951. Sobre la política monetaria del Banco de la República. Consultado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=1825825.
·      LEY 90 de 1948. Por la cual se fija la unidad monetaria y moneda de cuenta nacional se confieren facultades extraordinarias al Presidente de la República y se dictan otras disposiciones. Consultado de https://normativa.colpensiones.gov.co/colpens/docs/ley_0090_1948.htm
·      Ley 135 de 1961 Sobre Reforma Social Agraria, modificada por las leyes 1 de 1968, 4 de 1973 y 30 de 1988.
·      EL TIEMPO, (2001). Archivo digital de Noticias. La Ley de Tierras. Bogotá. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-422192
·      EL TIEMPO (1997). Archivo digital de Noticias. Reforma Agraria, 35 años perdidos. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-539519
·      BANCO DE LA REPÚBLICA, Sección Cultura. Sobre la reforma de 1951. Consultado en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/economia/banrep1/hbrep63.htm

  

Citas y Pie de Página:

[1] EL TIEMPO, (2001). Archivo digital de Noticias. La Ley de Tierras. Bogotá. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-422192
[2] KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. (2006) La agricultura Colombiana del siglo XX. Editorial Fondo de Cultura Económica, Bogotá. Pág.144.
[3] KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. (2006) Pág. 144.
[4] KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. (2006)."El Banco asignará crédito dirigido hacia algunos agentes, también escogidos por los funcionarios del banco central y bajo las direcciones del gobierno, y con ello la tasa de interés se tornó también en una señal atrofiada desincentivando el ahorro del público y haciendo más llano el sistema financiero. Pág. 146.
[5] LEY 90 de 1948. Por la cual se fija la unidad monetaria y moneda de cuenta nacional se confieren facultades extraordinarias al Presidente de la República y se dictan otras disposiciones. Consultado de https://normativa.colpensiones.gov.co/colpens/docs/ley_0090_1948.htm
[6] LEY 90 de 1948 dice: “"ARTICULO 25. Además del encaje que señalan las leyes vigentes para los depósitos exigibles a la vista, y antes de treinta días, los bancos comerciales deberán mantener un encaje adicional equivalente al 5% de dichos depósitos, en bonos de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, de un vencimiento no mayor de seis meses, y de un interés anual del 4%. Los bancos darán cumplimiento a eta obligación adquiriendo bonos por una cuantía equivalente al 1/2% de los depósitos indicados dentro del mes siguiente a la vigencia de esta Ley, y aumentando este encaje a razón del 1/2% cada mes, hasta completar el total previsto en el presente artículo, dentro del término máximo de 10 meses." https://normativa.colpensiones.gov.co/colpens/docs/ley_0090_1948.htm
[7] DECRETO 756 de 1951. Sobre la política monetaria del Banco de la República. Consultado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=1825825.
[8] KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. (2006). Pág. 159.
[9] Ley 135 de 1961 Sobre Reforma Social Agraria, modificada por las leyes 1 de 1968, 4 de 1973 y 30 de 1988.
[10] EL TIEMPO (1997). Archivo digital de Noticias. Reforma Agraria, 35 años perdidos. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-539519

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